Cuando le preguntan por su ocupación en los
formularios de migración, coloca profesor o terapeuta. “Todo depende del
espacio que tenga para escribir”. ¿Y si tuvieras más espacio, qué colocarías?,
le pregunto. “Bueno, si tengo más
espacio coloco terapeuta-profesor”. Dice esto y su voz explota en una carcajada
como un muchacho que supo jugarle una broma a uno. Y es que Argimiro Núñez,
mejor conocido como Sifú -maestro en chino- a pesar de haberse cultivado como
un sabio, o tal vez por eso mismo, no ha perdido la virtud de reírse como un
niño.
Así se presenta Argimiro Núñez, quien nació en
Valencia, hacer 48 años y quien es fundador del Gimnasio Lo Han, institución
que cumple el próximo año 25 de haber abierto sus puertas en Ciudad Guayana. Profesor
de yoga, tai-chi-chuang, kung fu tibetano, médico en medicina tradicional China
y terapias complementarias.
Se trata de un perfil que destaca en la “jungla
de trabajo”, como llama a Ciudad Guayana, con el ánimo de cuestionar a la urbe
que lo vio crecer, desde los 7 años de edad.
“Desde
pequeño fui muy consecuente con lo que quería, incluso he sido consecuente con
los sitios donde quería ir y con las personas que quería estar. Mi mamá,
además, me llevaba a clases de judo desde los 5 años y esa tendencia hacia lo
asiático, lo oriental, se comenzó a gestar desde ese entonces.”
A esto se suma que en casa de los Núñez nunca
hubo imágenes religiosas, incluso en lo más recóndito de la biblioteca,
Argimiro llegó a descubrir libros esotéricos que, seguramente, le ayudaron a
ampliar la mirada del mundo y de la vida. “Los tenía mi papá escondidos, y yo
me los leí todos.”
Desde niño decía que quería estudiar
psicología, porque no sabía bien cómo podría hacer lo que quería, sabía que era “algo con la mente, con ayudar a
los demás, que estudiara la naturaleza humana.”
¿Y cómo lograste esa consecuencia
con tus deseos en una cultura en la que confundimos los genuinos deseos con los
mandatos sociales?
-Creo que el modelo planetario que vive este
colectivo -que ya va por 8 mil millones de seres- ha hecho confinar los deseos
individuales al sometimiento de lo que el sistema exige. Por eso creo que el
75% de la población mundial no hace lo que le gusta. Hay mucha distracción y
las personas van en busca del dinero, el consumismo y tratan de salvaguardarse
allí, desechando lo que realmente le apasiona o le gusta. Por eso muchos seres
humanos no se sienten auténticos y de cierta forma se sienten frustrados. Si no
reconoces o eres consciente de tus buenas tendencias de vidas pasadas, y en
esta vida no has hecho una buena base
ideológica desde pequeño, el sistema te traga y terminas siendo lo que no eres.
¿Y qué importancia
tiene en este sentido la conexión mente cuerpo?
-De hecho, la escuela Lo Han fue diseñada para
trabajar tres niveles. El físico, por el cual por lo general entran los jóvenes
que tienen mucho potencial y energía, que son las artes marciales. El de la
mente, por eso nos dedicamos también al yoga, porque su práctica sublima al ser
humano, lo invita a ser altruista, ir más allá de lo personal. Y el Tai-Chi que
está entre ambos, entre el cielo y la tierra, su práctica sublima la mente pero
nos recuerda que tenemos un cuerpo. Unos llegan a la escuela por lo físico o
por la competencia, otros con profundas preguntas humanas: ¿Quiénes somos?, ¿De
dónde venimos?, ¿Hacia dónde vamos?, otros buscando la salud en general, pero
lo más importante que enfatiza el Sifu es aprender a desarrollar el cuerpo y la
mente, manteniendo un balance entre ellas y ajustando ese mundo interno con el
mundo externo.
¿Cuáles son las
consideraciones que tienes como maestro acerca del tránsito de Venezuela por
esta crisis y, en especial, de la situación de Ciudad Guayana?
-El ser humano se sienta en el cactus que
siembra. Es proceso de todos y de cada uno. Unos tienen más responsabilidad, otros menos,
pero la sociedad es una e indivisible. Que la quieran dividir, es otra cosa.
Creo que nadie avanza sino a través de la purificación y que el sufrimiento en
sí mismo no es creativo hasta que llega, pero por otro lado el sufrimiento y la
felicidad son opcionales. Creo que con
tanta riqueza que tenemos en los recursos naturales, no hay una riqueza equivalente
en el capital humano. Entonces, la vida te está diciendo: “mira, tienes esto” y
no lo aprovechaste, entonces la vida ahora nos dice: “ahora tienes esto otro”.
Argimiro Núñez insiste en recordarnos el tiempo
en el que a Ciudad Guayana llegaban grandes artistas a compartir su arte. En
muchas ocasiones “hasta nos colocaban autobuses para que pudiéramos llegar al
lugar de los conciertos y no iba nadie.” Por eso insiste que el ser humano en
Guayana se tiene que sublimar, ofrecer otras alternativas y esta situación
resulta una oportunidad para ello.
“Lo que vivimos es una consecuencia, que se
puede volver causa de otra cosa. Esto que estamos viviendo no es sino lo que
viene de nuestra historia en el pasado, de lo que pensamos, dijimos e hicimos. Somos
parte y porción de lo que está sucediendo, de lo bueno y de lo malo, es que
todo es impermanente. Sabemos quiénes son los grandes responsables, pero se les
fue de las manos el país, entonces hay que buscar otra opción para no seguir
cavando el hoyo. Ya la situación es indeseable, es un caos, es violento, tenemos
que salir de esto de manera activa pero amorosa. Muchas personas que señalan
arriba a los grandes responsables, muchos de ellos se han convertido en lo que
repudian. Nos tenemos que revisar y encontrarnos. Hemos sido egoístas, la
familia es un modelo chiquitico de lo que sucede en todas partes. Este es el
resultado de una masa no crítica que no le queda otra cosa que aprender. No
hemos aprendido por las buenas, por eso tal vez todo esto es necesario para
nuestro desarrollo.
Quien piensa en sí
mismo tiene problemas, quien piensa en los demás tiene tareas
Sifú trae a la mano este dicho: Quien piensa en
sí mismo tiene problemas, quien piensa en los demás tiene tareas. Y resultan
palabras poderosas para estas circunstancias.
“Los países más grandes que yo conozco no
llegaron a ser lo que son hasta que no pasaron roncha y crecieron desde la
madurez. No hay una varita mágica, cada quien tiene que hacer lo que tiene que
hacer. La mayoría de las personas está esperando que venga algo externo o las
circunstancias externas para poder cambiar o mejorar. Cada quien tiene que ser
una luz en la oscuridad. Creo que la gente tiene que entender esto como un
proceso de purificación y de aprendizaje. Todos tenemos que activarnos,
desarrollar nuestro potencial y nuestra espiritualidad. De lo contrario,
volverá la bonanza y nos vamos a volver a distraer en el mundo material, en las
cosas superfluas, incluso en el excedente de productos que, en la mayoría, no
son buenos para la salud.
Para Argimiro este tránsito, es un karma que
tenemos que experimentar desde el amor y desde la inteligencia. “Al gobierno le
conviene que nosotros nos volvamos locos guarimbeando, de esta manera pueden justificar
sus fallas diciendo que los quieren tumbar por la vía no constitucional. Hay
que ser inteligentes y unir esfuerzos. Mucha gente dejó la actividad política,
por miedo, por falta de voluntad, por falta de conocimiento, de articulación,
de liderazgo y confianza”.
Ciudad Guayana es una
jungla de trabajo
“La gente aquí tiene que empezar amar. Aquí
también sucedió que faltó la estimulación de la parte sutil del ser humano, las
bellas artes, la cultura, el deporte. Muchos guayaneses están pendiente es del dinero, los sindicatos, la
corrupción, de la apariencia, de la caña, del que dirán. Hay muchos seres humanos muy burdos en este
sentido que no ayudan en el proceso de mejoría”, reflexiona.
Argimiro luce como un maestro con la voluntad
de ser claro y crítico. Invita a reflexionar a aquellos que señalan a los demás
con el dedo. “Los empresarios, gremios, políticos, militares y algunas familias
mafiosas también tienen su cuota de responsabilidad en todo este proceso de
deterioro”.
Sifú nos deja ver que hay historias que no se
cuentan en el tránsito que nos trajo hasta aquí. Entonces, luce interesante
escuchar, leer y releer a quien muchos no dudan en decir que es un privilegio tener
en Ciudad Guayana, el lugar donde eligió estar. Y es que Argimiro es también un
hombre de mundo, bien podría vivir fuera. Tiene posibilidades de estar en otro
lugar. Pero, nos dice responsablemente que él eligió estar donde está, no
señala a los que se han ido, pero no quiere desestimar a quienes se han quedado
y la importante tarea que tienen los que están en este sentido de sublimar y
edificar el espíritu de todo un gentilicio.